Tercera noble verdad

Hoy voy a platicar sobre la tercera noble verdad, hemos estado aprendiendo y explorando la esencia de las enseñanzas budistas, donde todas las tradiciones y escuelas convergen, que son las cuatro nobles verdades. Hablé de la primera noble verdad, la verdad sobre el sufrimiento, el hecho de haber nacido vamos a encontrar sufrimiento que es parte de la vida, la segunda noble verdad donde nos dice Buda que hay un origen donde surge el sufrimiento que es basado en la ignorancia y la percepción errónea de la vida, vivir en una ilusión basada en ciertas ideas y creencias, formas en que nos han criado. Buda enseña la teoría del “no-yo” donde nos dice que el ser humano está criado en los cinco agregados que al ver como se forman y están en constante cambio e interacción y al fluir podemos encontrar esa liberación del sufrimiento que es un entendimiento el cual hace que disminuya ese dolor o sufrimiento y así poder experimentar una vida más plena. En la tercera noble verdad Buda dice que hay una cesación al dolor, lo podemos eliminar, podemos desterrarlo pero es algo que no es permanente, es algo que podemos encontrar, es esa libertad, ese entendimiento profundo de quien soy yo usando la perspectiva del zen y entonces él dice hay una cura a ese sufrimiento, no todo está perdido, lo que es interesante aquí es ver como las cuatro nobles verdades a veces se asemejan a un diagnóstico, a una práctica como de medicina, a Buda le decían que era como un doctor, como en los pasos de cualquier enfermedad primero hay síntomas, de ahí hay un malestar, nos preguntamos ¿qué está sucediendo? y es ahí la primera noble verdad,  la segunda noble verdad es ir al doctor, quien nos dice que es lo que tenemos, la razón por la cual estamos enfermos y la tercera sería cuando el doctor nos dice hay una cura o tratamiento. 

Buda menciona que la cesación del sufrimiento es “nirvana” (sánscrito) o “nibbana” (palí), es una palabra que significa apagar o extinguir algo que cesa, comúnmente se usa el ejemplo de una vela, la vela está prendida y uno la apaga, eso sería nirvana, es la cesación de algo, algo que se detiene. Esta palabra ya tiene mucha carga e interpretaciones, una de ellas es que si la comparamos con el pensamiento católico sería “el nirvana es el cielo de los budistas”, Buda entro al nirvana es decir Buda entró al cielo. Nos podemos confundir un poco porque al escuchar esa palabra podemos estar orientados a una meta sobre la práctica y a veces nos cuesta trabajo entender que esta práctica es para la vida cotidiana. Entonces ponemos el nirvana como algo inalcanzable o pensar que es un estado donde voy a dejar de sufrir completamente o que es un estado de felicidad completa. Y es ahí donde nos cuesta trabajo entender la práctica de una manera simple. 

Me gusta como el maestro inglés Stephen Batchelor define la palabra nirvana, dice que es la cesación de una actividad que tenemos, un momento donde cesamos esa avaricia, odio e ignorancia. Cuando llega ese momento de cesación en el budismo se llama de los tres venenos, hay una liberación y volvemos a caer a nuestro condicionamiento, no es algo eterno, es algo que se debe cultivar a través de la práctica, nos caemos y nos volvemos a levantar pero ya va haber un despertar y ahí es donde la práctica empieza a tomar sentido, claro que vamos a repetir lo que nos ha llevado a ese estado, lo experimentamos cuando meditamos, hay un momento de quietud, de paz, de algo placentero, el hecho de sentarnos y conectarnos con la respiración hay algo, vemos en nuestro corazón que algo está pasando. Es muy difícil de describir o de expresarlo. Ya con esa probadita que nos dieron desde la primera vez recurrimos hasta que se vuelve un buen hábito, una práctica, una disciplina. El maestro hace énfasis en que el nirvana debe ser entendido en lugar de una experiencia de reactividad en estos tiempos es un momento o pueden ser largos períodos donde los tres venenos ya no dominan nuestra mente entonces podemos experimentar una sensación de libertad, quietud y estabilidad, esa es nuestra base dhármica, donde empezamos y de ahí responder a nuestra vida muchas veces de gozo y también de tristeza, respondemos de una manera más sabia y compasiva a lo que estamos experimentando, él también dice que en vez de que sea una meta de la práctica más bien es el centro de nuestra práctica, cada momento es experimentar las cuatro nobles verdades, es algo que no son verdades o acciones sino que son tareas o quehaceres, algo que tenemos que hacer, así como nos lavamos los dientes, nos bañamos, así son estas cuatro nobles verdades, la primera es aceptar la vida de una manera completa y al aceptarla nos volvemos responsables de nuestro ser, la segunda noble verdad es soltar lo que surge cuando nos apegamos o nos enganchamos a hábitos que simplemente no nutren, solo causan más dolor, un practicante de budismo tiene que practicar o entrenarse en tres niveles, el primero es el cuerpo o la acción, el segundo es el habla y el tercero que es el más difícil es el pensamiento, muchas veces dudamos de nuestra capacidad para hacer algo, de los miedos o de esa voz que está ahí y es negativa, tal vez ya cambiamos físicamente pero nuestra habla es difícil de controlar, entonces es soltar lo que surge o experimentamos, no engancharnos. Fluir y hacer las cosas que tenemos que hacer.

 La tercera es ver como se calman las cosas, ver como el pensamiento surge, por ejemplo cuando hay una plática interesante o “chisme” y estamos practicando el habla correcta, ya sabemos que el chisme no es bueno, ni quejarse todo el tiempo, al tener ya un poco de práctica ya estamos atentos y sabemos controlarnos para no continuar esa plática que a veces se puede convertir en tóxica. El impulso surge pero no actuamos entonces cesa, puede ser una dimensión del estado de nirvana. La cuarta noble verdad es el actuar, aquí es el óctuple sendero, del cual les voy a hablar un poco, él dice si uno vive de una manera atenta más sabia y compasiva, tener un sentido de cuidar nuestra vida y sobre todo reconociendo como la vida está condicionada, como todo surge, el hecho de ser un ser humano, de estar vivo, como al entrenarnos podemos ver ese potencial a través de la meditación y estar atentos, ver esa capacidad de estar libre de reactividad poniéndolo en palabras más comunes, cuando una persona es neurótica, todos tenemos un poco de neurosis, esa neurosis cuando nuestras percepciones erróneas nos atrapan y entonces estamos en un momento de reactividad, simplemente estamos reaccionando a lo que estamos experimentando. Aquí la tercera noble verdad y hay un ejemplo clásico en el budismo que dice, es como cuando uno tiene una pelota o palo y se lo aventamos al perro, el perro siempre va ir por el palo y lo regresa al dueño, entonces cuando uno se encuentra un tigre o puma, este no va ir tras el palo sino por la persona que lo aventó, esto va directo al grano del asunto, entonces reactividad es ir a recoger el palo y responder, es ir a quien realmente lo tiró, así es nuestra práctica, el zen lo ofrece, ir a la raíz del asunto, conocernos a nosotros mismos y aquí entramos a la cuarta noble verdad es donde nos dan el tratamiento usando el ejemplo del doctor, es el óctuple sendero y no precisamente tienen que ser consecutivos, los cuales son: el primero es tener una visión correcta, el segundo es tener un pensamiento o intención correcta, el tercero es tener una acción correcta, el cuarto es tener un habla correcta, el quinto es tener un sustentamiento correcto, el sexto es el esfuerzo correcto, el séptimo es la concentración y el octavo es la atención, estos son las ocho guías para experimentar o entrar al nirvana, dejar de estar en ese estado de reactividad o neurosis que nos causa sufrimiento. 

La palabra correcta originalmente es “samma” que quiere decir como algo que está completo, algo a lo que no le hace falta nada, tener una visión completa de las cosas, a mí me gusta utilizar la palabra apropiada porque las condiciones cambian, tener la visión de ciertas cosas ahorita tal vez en una semana sean diferentes, es tener el entendimiento apropiado para la situación. Estos ocho pasos se dividen en tres ramas o categorías que son de entrenamiento, entrenamiento de la ética, el mental y el de la sabiduría, aquí viene algo importante que es cuando tenemos la ética que es la acción, el habla y el sustentamiento apropiado, Buda nos da los preceptos que uno va practicar para entrenar esa ética, para estar de una manera sabia enfrentado las cosas de la vida con acciones apropiadas, habla correcta y tener un sustentamiento correcto, ahí entrenamos la ética y eso va de la mano con el entrenamiento mental que es el esfuerzo, la atención y la concentración y eso es la meditación, es lo que casi todos practican cuando uno entra a la meditación pero no es todo el camino. A veces no vemos la diferencia o cambio en nuestra vida porque por ejemplo no tenemos un entrenamiento de la ética porque no nos esforzamos en nuestras acciones o sustentamiento. La meditación no crece. Todo esto es un ciclo o retroalimentación de este proceso y lo que es interesante es cuando vemos templos o cuestiones budistas siempre va aparecer una rueda con ocho ejes o rayos, la cual significa la rueda del dharma y se le llama así porque está en constante movimiento y es lo contrario a la palabra “duhkha” porque ésta significa cuando uno se estanca. Entonces es estar en constante movimiento, fluir practicando estos ocho puntos que Buda enseñó y esta es la cuarta noble verdad.


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