Una Historia… Práctica Constante.
El siguiente escrito fue publicado en inglés por la revista “Spring Wind” difundida por la "Buddhist Society of Compassionate Wisdom" que es la Sangha del maestro Ven Samu Sumin, lo escribí cuando vivía en el Templo Zen de Toronto, Canadá. Fue Traducido del español por Bopkyong Lisa Galicia. Apareció en la edición del Invierno 2005, páginas 30-33. Titulado “Constant Practice”
La primera vez que escuché la palabra "Buda", la figura de un hombre calvo con una gran barriga y una cara sonriente me vino a la mente al igual que la superstición y la magia. En México hay un dicho que dice: "Frote la panza del Buda para la buena suerte”, mucha gente tiene una estatua de Buda rodeado de adornos en sus negocios para la buena fortuna, nunca me imaginé que el budismo fuera una religión.
Después de un accidente automovilístico con unos amigos en una navidad, me di cuenta de lo importante que era estar vivo, me volví más responsable de mí y comencé la búsqueda de un camino espiritual en ese entonces tenía veinte años. Practiqué yoga de un libro por un tiempo y de ahí salió mi interés por la meditación. Un amigo fue el que me enseñó la meditación zen, yo no le daba mucha importancia porque creía que la meditación era resolver problemas intelectuales, recuerdo que mi amigo usaba palabras que no entendía como Buda, Bodhisattva, y Bodhidharma, al venir de la fe católica rechacé estas palabras ya que me parecían extrañas.
Años más tarde, tuve una novia que estaba pasando por algunos problemas, quería ayudarla ycompré un libro para hacerlo, al leer el libro me di cuenta que no era para ella sino para mí, el autor dijo que una de las maneras de encontrar la felicidad era través de la oración o la meditación zen, pensé: "Ya estoy familiarizado con la oración, pero ¿qué es la meditación zen?", comencé a investigar que era el zen, me encontraba en la biblioteca de la universidad y encontré un libro titulado “Los tres pilares del zen”, lo leí y seguí las instrucciones para practicar la meditación.
Un día mientras caminaba por los jardines de la universidad, me encontré con un poster anunciando la visita del maestro zen coreano Samu Sunim en diciembre de 1996, mi vida en ese momento era un desastre, había roto con mi novia, mis calificaciones eran malas y no tenía dinero ni trabajo, mi dilema era si continuar estudiando geología o conseguir un trabajo de tiempo completo, tuve exámenes finales pero no los hice con el fin de asistir a todas las charlas y talleres de Sunim con la esperanza de encontrar una respuesta para mi vida.
Un amigo y yo fuimos al taller de meditación de Sunim, llegamos tarde y entramos en la habitación sin quitarnos los zapatos, Sunim gritó desde la parte delantera de la sala "¡sin zapatos!", Toan se acercó, pidió que nos los quitáramos, hicimos caso y los botamos ahí, nos llamó de nuevo, nos mostró como acomodar los zapatos y los calcetines de una manera ordenada, él dijo: "Con sólo un poco de atención, pueden ahorrarse mucho sufrimiento en sus vidas." En el taller había un altar con una imagen de la Virgen de Guadalupe, esto me pareció extraño, me imaginé que el maestro simpatizaba con ella, años más tarde me enteré que la instalación había sido alquilada el día anterior por el aniversario de la Virgen de Guadalupe y no habían tenido el tiempo suficiente para quitar el altar antes del taller.
Fue un año después, en diciembre de 1997 cuando asistí a mi primer retiro de cinco días llamado “Yongmaeng Chongjin”, en el segundo día del retiro estaba pensando que la práctica no era para mí, era muy difícil, requería mucha disciplina y que sería mejor si regresara a la iglesia católica, pero después del retiro tomé los preceptos y, finalmente me apunté al seminario “Maitreya” así me convertí en estudiante Dharma en enero de 1998. Sunim me invitó al entrenamiento en el templo de Chicago, traté de viajar a Chicago en diciembre de 1999, pero la embajada de Estados Unidos me negó mi solicitud de la visa porque mi situación económica era inestable, en ese momento trabajaba como gerente de un restaurante, al año siguiente comencé un nuevo trabajo que consistía en el mantenimiento de un gimnasio de boxeo con el fin de tener más tiempo para la práctica y poder asistir a los servicios de la sangha, la paga era muy pobre pero estaba feliz de tener tiempo para mi práctica.
Un amigo consiguió trabajo en Ciudad Juárez, Chihuahua, trabajaba para el gobierno ynecesitaba gente de confianza, así que me invitó a trabajar con él, discutí la oferta y mi formación en el seminario con Toan, veía el trabajo como una oportunidad para obtener mi visa y ahorrar dinero para pagar mis deudas, Toan me aconsejó que no fuera, me dijo que sería difícil mantener mi formación en el seminario sin el apoyo de la sangha y con las tantas distracciones que había en Ciudad Juárez, una ciudad llena de violencia y narcotráfico, no tenía alternativa, más que aceptar la oferta de mi amigo porque necesitaba la visa y el dinero, fue así que en el 2000 me fui a vivir a la frontera.
Estuve trabajando casi dos años para la aduana, me había metido en una vida social muy activa, llena de vicios, ganaba mucho dinero; se podría decir que tenía todas las comodidades, pero no estaba bien, me faltaba la felicidad que había conocido en la Ciudad de México donde tuve varios trabajos mal pagados, pero el tiempo para hacer mi práctica. En Ciudad Juárez, había perdido toda conexión con la sangha y mi práctica.
Obtuve mi visa para Estados Unidos, y me prometí que para mis primeras vacaciones en semana santa, iría al templo de Chicago. Al llegar mis vacaciones llamé a Chicago, no sabía cómo hablar inglés, pero quería decirle a Sunim que quería ir a Chicago y que ya tenía mi visa, afortunadamente, Sunim reconoció mi voz y lo único que me dijo fue que hablara con Toan, era imposible hablar con Sunim porque yo no sabía inglés. Cuando hablé con Toan, me aconsejó que esperara el retiro de verano en Chicago, me sugirió que asistiera a un retiro a la ciudad de México durante semana santa en su lugar, mi sueño de ir a Chicago se evaporó de nuevo. Asistí al retiro con Toan en la Ciudad de México. El retiro fue uno de las más difíciles que he experimentado debido a que no había practicado durante un año. Toda mi vida en Ciudad Juárez apareció en mi mente, pero al final del retiro, me había reencontrado con la práctica. Sin embargo, después de un mes, perdí la práctica regular de nuevo y volví a mis viejos hábitos.
Me emborraché un día después de una reunión con mis compañeros de trabajo y cuando desperté, estaba en la casa en un estado terrible, me di cuenta que había conducido el coche hasta la casa, pero no recordaba cómo había llegado ahí, había perdido mi celular y mi cartera estaba vacía; me miré en el espejo y me dio pena verme así, fue entonces cuando decidí cambiar mi estilo de vida, pensé: "Si sigo así, voy a matarme algún día, este estilo de vida no me lleva a ninguna parte, tomé este trabajo con el fin de obtener mi visa, ahora la tengo, así que es hora de dejar este trabajo”.
El retiro de verano se acercaba y sabía que iba a ser un refugio, pero ahora no tenía tiempo de vacaciones, tuve que negociar con mi jefe para que me diera una semana de vacaciones, hicimos un trato, el cual consistió en organizar el archivo de permisos aduaneros; era un trabajo tedioso, moviendo cajas llenas de papeles, de un lado a otro, nadie quería hacer ese trabajo, ya que el edificio que albergaba los archivos estaba fuera de la zona donde no había oportunidad de recibir sobornos, así fue que hice un trato con mi jefe, iba a organizar los archivos a cambio de una semana de vacaciones, este trabajo me tomó meses para terminarlo, pero fue una buena práctica ya que no podía tomar sobornos ahí.
En el verano de 2001, llegué a Chicago con el objetivo de renovarme espiritualmente, Sunim me sorprendió con la invitación para volverme a entrenar en el templo y acepté ser estudiante “Dharma” de nuevo, él me dijo: "No pospongas lo que es bueno, siempre hazlo, incluso si no estás seguro, dado que es bueno no te perjudicará, pero siempre pospón lo que es malo”.
Desde que conocí a Sunim por primera vez, tuve el deseo de participar en el entrenamiento zen, para mí fue un sueño vivir en el templo con un maestro zen. Cuando Sunim me invitó, me prometí que iba a hacer todo lo necesario para prepararme. Después del retiro en Chicago, me di cuenta que me gustaba la práctica del “Dharma” más que cualquier otra cosa.
Regresé a México para renunciar a mi trabajo a pesar de que mis compañeros y mi familia no aceptaron la decisión que estaba tomando, a veces, las personas se ven atrapadas por las apariencias, cada uno pensaba que era mejor seguir trabajando y acumulando riqueza que seguir una formación espiritual, pero nada me hacía más feliz y más tranquilo que la práctica del “Dharma”. Hacer retiros y ayudar a la sangha ayudaba a mantener mi mente en paz y a vivir una vida más feliz, así que tuve otra oportunidad para cambiar mi vida hacia el “Dharma”.
Vivir en el templo es diferente a asistir a un retiro, el cual es un corto periodo pero muy intenso, la vida del templo es una práctica firme, no tan intensa, pero constante como una corriente de río que fluye, sin embargo siempre parece la misma. Mi reto fue encontrar el “Dharma” haciendo las cosas más sencillas y habituales, mantuve mi mente en el aquí y en el ahora, cantando como práctica fue el antídoto que redujo mis distracciones, mis pensamientos sobre el futuro y el pasado. A veces me desilusionaba porque cometía errores, pero no había nada que hacer, sino volver a intentarlo de nuevo. Cada día era un nuevo día, todos los días había algo que tenía que aprender de mí, conocí la disciplina de la consistencia. La formación en Chicago fue más allá de esas diez semanas, me di cuenta de que era sólo el comienzo.
Regresé a México y terminé con mi novia, fue doloroso, pero tenía que hacerlo, "algo" me decía que tenía que irme, no sabía nada de mi futuro, sólo que me iba a ir al templo de Toronto para continuar mi formación, no podía imaginar lo que iba a pasar y cómo iba a transformar mi vida. Antes de salir de México, visité a mis mejores amigos que acababan de tener su primer hijo; todavía pensaba en mi novia cuando estaba con ellos, vi la imagen de una familia: esposo, esposa e hijo, ellos estaban contentos con su vida y su nuevo bebé, esta imagen me hizo pensar, "Yo pude haber tenido esto", pero también pensé en un verso del “Dhammapada” renuncia a una pequeña felicidad en vista de la gran felicidad. Pasé la noche con mis amigos y en la madrugada el bebé comenzó a llorar, me desperté y me di cuenta de la primera noble verdad de Buda, que en la vida hay sufrimiento, el bebé solo tenía días de nacido y ya sufría, ese grito me inspiró a reafirmar mi decisión de seguir el “Dharma”.
En febrero de 2002, llegué a Toronto con Sunim, todo era nuevo para mí, solo estaba con él, siempre tenía que estar alerta y atento. Poco después de llegar, el templo se trasladó a una nueva ubicación, como yo no entendía el inglés tenía que adivinar lo que estaba sucediendo, fue una gran práctica de la atención y la intuición.
La mudanza fue una gran experiencia para mí ya que el nuevo edificio fue transformado para funcionar como un templo, había mucho trabajo por hacer, sobre todo: la limpieza. Cada tarea pequeña y sencilla completada era un logro y progreso que se podía ver todos los días, cada día tenía que hacer mi práctica. Yo era el único residente y, a veces, era difícil salir de la cama por la mañana, quería seguir durmiendo y no pararme ahacer mi práctica, pensaba: "Estoy solo, nadie va a saber", pero tal pensamiento deshonesto conmigo mismo que hacía levantarme de la cama, también me dije y me preguntaba: "Yo he dejado muchas cosas atrás, he sacrificado mucho para seguir siendo el mismo y seguir cultivando los mismos viejos hábitos, bien podía regresar a México, vine aquí para cambiar, para ser mejor, no para ser el mismo", con estas palabras me levantaba a hacer mi práctica, sin preocuparme por las condiciones en que me encontraba.
Una de las mayores satisfacciones de mi vida es despertar, salir a correr, y ver el estacionamiento y los pinos cubiertos de nieve en el invierno.
Ahora mi vida está completamente dedicada al “Dharma”, mi formación nunca terminará porque trato de cultivar la mente de principiante, cada día fresco y nuevo. Estamos constantemente renovando el templo, es hermoso ver la sangha, trabajando juntos por un solo objetivo, dejando atrás el interés individual por el bien de todos los demás.